martes, 7 de agosto de 2007

LA INICIATIVA PARTICULAR COMO PUNTO DE PARTIDA


Hace unos días hablaba de cómo en pequeñas localidades albaceteñas se están desarrollando festivales de rock, que podrían ser un puntal para su revitalización.

He creído conveniente extenderme sobre esta idea pues al hilo de ella y de los comentarios que habeis dejado surgen diversas reflexiones de interés.

Veamos: por desgracia un festival o evento de estas características, desarrollado de forma puntual en el tiempo (un fin de semana a lo sumo) no puede ser la panacea que recupere a una localidad semidespoblada de su letargo.

Sin embargo es importante resaltar como la iniciativa particular puede mover montañas en ocasiones y conseguir aquello que las instituciones no quieren hacer, no pueden hacer o ni se plantean hacer.

Y he aquí la clave del problema: a menudo el ayuntamiento o la pedanía, que a falta de mayores medios, deberían ser los auténticos animadores socioculturales de sus localidades, lejos de apoyar las diversas propuestas se desentienden de ellas o directamente las dinamitan.

Una combinación de mezquindad, clientelismo y del más denigrante paletismo chabacano anida en numerosas alcaldías que bajo el manto de una cortedad de miras lamentable se escudan en argumentos torpes con los que intentan disimular su vergonzante mezquindad e incompetencia.

Así, las iniciativas particulares, que alentadas y protegidas podrían dar pie a la generación de programas socioculturales anuales, a menudo son ahogadas por la mediocridad de unas corporaciones municipales lamentables.

Las comparaciones siempre son odiosas, pero en ocasiones la miseria moral e intelectual de unas alcaldías contrasta vivamente con el dinamismo de sus vecinos y así mientras un municipio se ahoga en sus propias miserias, y en las de sus políticos a escasos kilómetros otros ayuntamientos parten de premisas radicalmente opuestas para suplir con ilusión y amplitud de miras las inevitables estrecheces económicas, y fomentar toda aquella iniciativa positiva para el municipio.

Con todo, aún con ilusión y amplitud de miras, el fomento de iniciativas puntuales no lleva a ningún lado. Una competición deportiva puntual, un festival musical de fin de semana o una exposición por las fiestas patronales aportan muy poco si quedan solo en eso. En cambio, si estas iniciativas se integran en un programa más amplio, con carácter anual y vocación de continuidad, gestionado desde el ayuntamiento o incluso integrado en circuitos de ámbito provincial o comarcal, con el concurso de las diputaciones, puede llegar a convertirse en ejes para la revitalización sociocultural de una localidad en declive, primer paso para su regeneración social y uno de los puntales (aunque no el único) para su recuperación demográfica.

Si el particular puede aportar actividades no es menos cierto que es el ayuntamiento el que debe sacar todo el partido posible a las mismas, pues no solo tiene los medios e infraestructura sino también la autoridad necesaria como para erigirse en coordinador de un programa de ámbito municipal y destinado a revertir en el municipio. Por desgracia falta en los ayuntamientos la formación, el tiempo (la mayoría de nuestros alcaldes no viven de ello) y a menudo también las ganas, carencias que solo pueden suplirse con políticas rurales a nivel estatal y autonómico que vayan más allá de la filosofía de la subvención, política en que se resume todo aquello que tiene que ver con el fomento del medio rural.

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