miércoles, 18 de junio de 2008

DESARROLLO TÉCNICO Y EMIGRACIÓN

Si hay un reto actual para el medio rural, sin duda ese es el del acceso a las nuevas tecnologías. Secularmente atrasado el medio rural lleva siglos llegando tarde a todo: luz, agua corriente, radio o televisión, por citar algunos casos son revoluciones en la comunicación que al mundo rural siempre han llegado tarde.

Seguro que todos los que tenemos famila procedente de un pueblo o aldea podemos encontrar a algún familiar muy directo que nos contará sus andanzas para ver el fútbol en la única televisión del pueblo, la revolución que supuso la llegada del primer receptor de radio a su casa o incluso rememore su infancia en unos no tan lejanos años 50 o 60 del pasado siglo XX y como los chiquillos (y no tan chiquillos) acudían excitados y en masa a improvisadas proyecciones con cinematógrafos portátiles y ambulantes.

El secular atraso técnico y el deseo del ser humano por incrementar su comodidad (e incluso, como animal social que somos, el deseo por seguir la moda y apuntarse a las últimas tendencias sociales) es un factor clave a la hora de entender la emigración y a menudo más decisivo que otros como "la falta de perspectivas" "la falta de trabajo" o "las dificultades de la vida", razones siempre incompletas, máxime cuando numerosos emigrantes se marcharon pese a tener la vida asegurada sin salir de casa.

El concepto de "en los pueblos se vivía mal" o "en la ciudad se vivía mejor" no tienen sentido salvo como generalizaciones incompletas y además rara vez referidas al concepto de "hambre" o "carencia de posibilidades para vivir dignamente".

No es hambre, ni necesidad, ni miseria (aunque de todo hubiera y tampoco en esto se debe generalizar), lo que impulsó a cientos de miles de personas a marcharse a la ciudad. Es afán por recoger los beneficios de un desarrollo técnico que a los pueblos llegaba tarde.

Algunas curiosidades al respecto:

En una fecha tan tardía como mediados de los 80, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se vanagloriaba de "haber llevado la luz eléctrica a toda la provincia de Albacete. Lo que significa que, a finales del s. XX en Albacete (como en otras provincias) aún existían localidades sin acceso a un servicio tan elemental. ¿Se imagina el lector la vida sin una televisión, sin una radio, sin un simple secador de pelo, cenando a la luz del candil...?

¿Se imagina el lector que puede pagar por una televisión, que puede pagar por una radio, que puede pagar por un secador pero para él son trastos inútiles porque... en su casa no hay luz?

En los años 60 y principios de los 70 los inodoros eran un servicio inexistente a lo largo y ancho del medio rural castellano. Era absurdo poseerlos pues, aunque se hiciese el esfuerzo por adquirir esta higiénica estructura de porcelana prácticamente ningún pueblo poseía la red de alcantarillado, y a menudo de agua corriente, necesaria para darle uso.

Se dá la paradoja de que, aunque la familia, con su capacidad adquisitiva, pudiese adquirir un váter, este era un gasto inutil pues el municipio no contaba con la infraestructura adecuada.

Si esa familia, de visita a familiares establecidos en la ciudad, comenzaba a comparar las ventajas cualitativas de residir en una, frente a seguir en el pueblo defecando en el corral no era cuestión de su nivel de vida, ni de su capacidad adquisitiva, ni de necesidad. Era un simple deseo de contar con comodidades evidentes que el pueblo no podía ofrecerles por capacitados que estuviesen para adquirirlas.

No repetir los errores del pasado es por tanto fundamental para el medio rural. Y no es fácil, aunque hay que reconocer que a día de hoy nuestro pueblos llegan ya "algo menos tarde", que la cobertura de móvil es cada vez más amplia y que internet, la gran innovación de nuestro tiempo, ya es accesible a una velocidad mayor que esos desesperantes 56 kbps, que además nunca eran 56. La tecnología móvil ofrece además alternativas de futuro casi compartidas por el campo y la ciudad, con un casi que supone diferencias notables de velocidad en función de la red, pero que se perfilan como la mejor opción de futuro para el acceso a la red global a poco que las compañías dejen de sangrar a los clientes de servicios 3G/UTMS con tarifas abusivas, condiciones draconianas (de las que a día de hoy, solo Yoigo se salva, aunque a costa de ofrecer servicio a unos escasos 115 kbps) y velocidades propias de hace años.